No hay un gesto más noble que ser agradecido. Milagros Cabral salió de las entrañas de un populoso sector de la capital dominicana y ha pisado las salas más privilegiadas del mundo del voleibol femenino.
Al umbral de su retiro, Milagros quiere que otros niños, como ella, puedan también tener la oportunidad de salir del atraso que trae la ignorancia y la falta de oportunidades. Ella está más que agradecida por todo lo que ha logrado, gracias al voleibol y al esfuerzo que muchas personas hicieron para que ella pudiera alcanzar, peldaño a peldaño, todo lo que es hoy.
Aquí ha expresado un profundo sentimiento de nostalgia porque se aproxima el momento de decir adiós a una actividad que le ha cambiado su vida: el voleibol.
Con lágrimas en su ojos habla de sus planes inmediatos. “Voy a estudiar Administración Deportiva”, dice, pero no dejará de estar vinculada a la selección nacional de voleibol. “Voy a ayudar a mi equipo en cualquier posición”, esos son sus propósitos.
Pero también tiene un proyecto que no ha podido materializar a plenitud. Marcada por sus orígenes, Milagros ha estado mirando a los niños del sector Cristo Rey, de donde ella proviene.
“Quiero ayudar a tantos niños como pueda para que, como yo. tengan la oportunidad de avanzar y superar la situación de atraso por falta de oportunidades”, revela.
“Quiero ayudar a los niños como hicieron conmigo”, dice Milagros para expresar su determinación luego del retiro que se producirá después de su participación en estas Olimpíadas.
Su nostalgia se profundiza más cuando Cristóbal Marte, mentor del voleibol femenino dominicano, el hombre que ha generado una revolución en el voleibol para damas del país, llevándolo a los más altos niveles en el mundo, le habla de la falta que hará en el equipo.
En el partido ante Argelia, Marte le dijo “Milagrito, me va a dejar... me va a hacer mucha falta”. Eso fue suficiente para que Milagros se fuera en lágrimas.
Está agradecida de la oportunidad que le abrió el voleibol y también de Cristóbal, quien ha contribuido enormemente a que muchas muchachas del voleibol hayan cambiado su vida y la de su familia.
Ella es y se considera un modelo a seguir para todos los niños dominicanos. Ellos representan su misión poco después de estos Juegos Olímpicos de Londres porque a sus 33 años de edad, la atacante de la República Dominicana, tiene corazón y el alma.
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